Dice el ateo que hay gente buena sin
religión y gente religiosa mala; y que eso significa que no es la religión la
que define a las personas sino los actos.
A su manera, es lo mismo que
llamamos: “por sus frutos los conoceréis”; y se refiere a identificar a los cristianos
verdaderos de los “cristianos religiosos” en su estilo de vida y en sus obras;
ya que muchísimos religiosos, ciertamente dejan mucho que desear.
Y sobre los "ateos buenos" sin duda están inspirados inconscientemente en principios cristianos; tanto así, que ni se complican en vilipendiar, como los "ateos malos".